Mi tía Margarita dejo este mundo y no pude hacer mucho, de hecho creo que nadie, ni si quiera mis primos podían hacer algo. Salí en su búsqueda el día viernes por la noche, rumbo al rancho. Cinco horas de carretera hasta la Palmilla en Veracruz, a su palmilla de toda la vida. En el rancho en que todo es verde. Donde el río Filo Bobos mantiene verde el sotavento veracruzano, al lugar que pidió que la llevaran. Llegue a su casa esperando verla repuesta de sus males, pero fue catastrófico el resultado. Podemos desear el bien, pero en estos casos es inútil, muy inútil, pues no se puede hacer nada y el dolor físico de mi tía era tan grande como mi dolor emocional. Ayer, murió. Murió en la madrugada del día 26 de febrero.
Quise escribir ayer, pero las letras eran nulas y el pensamiento estaba en la última imagen que tuve de ella.
Hasta pronto tía Margarita, te extrañare... De hecho ya te extraño...
JG
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